La frontera es un avispero

Llegan en caravana buscando un sueño,

la frontera es un avispero,

todos y nadie tienen razón.

El que huye encuentra que no existe el paraíso,

el soldado actúa contra su voluntad,

los rancheros ya dispuestos a la caza,

Inmigración los espera y muerde.

Niños en pañales atacados con gases,

¡Oh, Alemania Nazi,

cuánto aprendimos de ti!

Un alcalde pide auxilio a los federales,

a los Estados Unidos,

a las Naciones Unidas,

pero todos están sordos y ciegos,

a nadie le importan.

Los desesperados amenazan

hacer huelga de hambre,

con el pellejo pegado a los huesos.

Nadie tiene capacidad de conmoverse,

para todos son una peste.

Dejan a su paso basura,

sangre, desolación, enfermedad

y muerte.

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Imagen: Migrant, mother, woman, children (CC0).

Un día normal

Es un día normal…

Camino a la escuela

veo al chico que me gusta

y me da una tarjeta.

Sonrío.

Uno como cualquier otro,

repaso la lección que impartiré

hoy,

y escribo en el pizarrón

«Página noventa y tres».

Un día soleado,

jugaré al futbol con mis amigos

al salir a las tres:

mi vida es maravillosa.

Me río de mi novio,

14 de febrero:

día del amor…

quiere hacerlo conmigo

por primera vez…

Pratatatatá, pratatatatá…

¡Se oyen mil disparos!

Y me echo al suelo,

texteo a mi madre,

«Hay un tiroteo»

¡Voy a morir hoy!

¡Todo se termina!

Pratatatatá, pratatatatá…

Mi vida comienza,

no quiero morir.

¿Dónde estás, mamita?

Tengo mucho miedo.

Pratatatatá, pratatatatá…

¿Dónde está mi niño?

Le ruego que diga,

es la luz de mi vida

y solo tiene catorce años.

Pratatatatá, pratatatatá…

¡Tengo derecho a tener armas!

¡Tengo derecho a defenderme,

lo dice la Constitución!

Mi derecho es más importante

que la vida,

me apoya el Presidente.

Pratatatatá, pratatatatá…

El político mira hacia el lado,

Blah, blah, blah, blah, blah…

Sus manos están llenas

de sangre y corrupción.

Pratatatatá, pratatá…

Son solo diecisiete,

diecisiete… esta vez.

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Imagen de dominio público (CCo): https://pixabay.com/en/apple-education-school-knowledge-256262/

24 de marzo

Les comparto este poema de Ana Conde Menazzi: 

La calle no es prisión

 ni detiene mis ojos recorriendo el plasma de tus piernas

con la voluntad absorta de mis venas

pecando sobre la perversa ambigüedad que retratan mis penas.

Hablo de antes, no de ahora, ni después.

Antes de la muerte, antes de la vida.

Está este útero vacío,

este vicio negro cruzando la autopista,

el grito del orgasmo,

el salvaje llanto de los desaparecidos el 24 de marzo.

Llora, caucásica muchedumbre.

Espina de la villa,

jodida esquina de la misma comparsita.

Mierda que duele.

Te lloro desde la angustia lisérgica misma.

Quizás encuentre la sabia cuchilla en filo

y tuerza cada maldito suicidio.

Vamos, salgamos de esta cíclope penumbra.

La luz es un vitral confuso,

el calidoscopio del vómito que recuerda mi boca

vaciada de saliva sobre tus piernas

 que yacen por fuera de mí sepulcro.

@aconme1

Apagado o fuera de cobertura

Repasa nerviosa sus apuntes en el andén. Miles de personas a su alrededor esperan el tren que los conducirá a sus obligaciones; miradas con un soleado horizonte repleto de ilusiones. Llega el cercanías. Una explosión en él. Otras más la siguen segando incontables vidas, incluida la suya. El horror se extiende en las calles, mientras tanto, el corazón de una infinidad de amigos y familiares se tiñe del negro más oscuro. Lágrimas que se derraman sobre el pavimento. Llamadas desesperadas se suceden: «el móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura«. Unos cogen el teléfono. Otros, como ella, ya no podrán cogerlo nunca.

El mundo se retuerce de dolor.
No queda nada; sólo el abismo
de una insondable pena.

Javier Bajo
https://mediadebravas.wordpress.com/2017/01/16/apagado-o-fuera-de-cobertura/

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Photo Credit: a.m.a. (alb_yester) Flickr via Compfight cc

Guerra

En el camino dejó una casa a la que jamás podrá volver y un espejo roto en el que antaño brillaba la esperanza. El horror le persigue noche tras noche cuando duerme. Sus sueños, al igual que sus zapatos, están cubiertos de sucia nieve; los dedos congelados y en el corazón el grito ahogado de la guerra; se detiene el tiempo entre tiendas de campaña, mientras espera en vano que alguien derribe las vallas que los cercan. La incombustible risa de los niños y, sobre todo, el llanto es la única música que se escucha dentro de aquellas alambradas.

Cada noche, de madrugada,
anhela su hogar mientras
una amarga lágrima
recorre sus mejillas.
Ya no hay vuelta atrás.

Javier Bajo

https://mediadebravas.wordpress.com/2017/01/13/guerra/

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Photo Credit: jackdoc101 Flickr via Compfight cc

Cuando el mar es un muro

naufrago

«Náufragos», por Silvina Patano (acrílico sobre cartón).

Invadidos. Vaciados. Colonizados. Tu inmigración es ilegal, su saqueo no.
Empujados  a naufragar, se arrojan a buscar la vida y el mar se les viene encima.
Bienvenido sea el petróleo, bienvenidos los recuros naturales. Que el océano se encarga de limpiar la miseria que los estados europeos causaron.

Feliz porque NO

Estoy feliz porque he escrito. Y no porque haya escrito un verso, un poema, un cuento. Estoy feliz porque he escrito una pancarta (que llevaba tiempo pensando escribir) y la he colgado de mi balcón. Y como me gustó cómo quedaba; cómo bailaban las letras en el aire, hice otra para regalársela a mis padres y la cuelguen allí también: en su balcón, en mi barrio, en la casa de mis recuerdos… También las pinté en una camiseta y en mi coche: quería que estas letras viajaran y vieran mundo y las vieran a ellas; para cuando la gente, durante el semáforo en rojo, en la reflexión del moco (o idea) a medio sacar las lea; y quizás diga, otro pancartista de mierda y tire el moco a la alfombrilla. Pero quizás, otrx las lea y diga yo también voy a llevar a pasear mi pensamiento… Y nos leamos en las calles. Y con suerte coincidan las letras. Y veamos que no estamos solos; que somos muchos. Y juntos les señalemos diciendo NO.