Tres estudiantes de cine…

¿Será cierto?
«Tres estudiantes de cine
son asesinados
y disueltos en ácido

por el narco»,
así reza el titular.

Me destruye leerlo
a las nueve a eme
con un café con leche.

Qué poco puedo hacer.
Votar en la dirección contraria
o no sé…
¿servirá de algo?
Dejar mis letras
para conmemorar
un nuevo horror,
la tragedia mierda
de ver tres vidas
disueltas
por ‘error‘.

Inenarrable,
incomprensible.
Oh, México…
dolor.


«Asesinados y disueltos en ácido los tres estudiantes de cine desaparecidos en Jalisco»: Miembros del Cartel Jalisco Nueva Generación confundieron a los alumnos con sus rivales en la región.
https://elpais.com/internacional/2018/04/24/mexico/1524532515_935757.html

Marcha de #AyotzinapaUnAño

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Me lleno la vista,
el oído,
cada sentido.

Hay gente, colores,
sonidos y niños.
Hay vida
ante la muerte,
el silencio,
los desaparecidos.

Día oscuro y plomizo,
pero aquí nadie duerme.
La llovizna no espanta;
nadie está frío.

Vi miles de manos
sosteniendo el mensaje:
«Los queremos de vuelta,
y los queremos vivos».

Hay trompetas, hay poetas,
hay banderas de luto.
Hay incienso, caracolas,
fotografías e insultos.

Hay lágrimas de sangre
sobre el rostro de una chica.
Y el símbolo de la patria
yace en su espalda, herido.

Y lo que más duele
son las voces que cantan
consignas y rimas,
afrentas, demandas.

Pero más lastiman
las que cuentan sus bajas:
1,2,3… 40, 43.

Hay un pueblo dolido
que exige respuestas.
Hay millones que claman:
«Ayotzinapa».

Aquí, la opinión de asistentes a la marcha:

Kenia

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Mapa del dolor – Silvina Patano

Kenia duele.

Más de lo mismo, decenas de vidas apagadas por unos pocos que así lo decidieron.

Por mas que la realidad nos bombardee con noticias de muerte, no me quiero acostumbrar a las masacres, no me quiero acostumbrar a las desapariciones, no me quiero acostumbrar a esas palabras.

Los terroristas que cometieron la masacre de Kenia son islámicos, esto no significa que millones de creyentes islámicos sean terroristas. Viven día a día, trabajando, estudiando, y no tienen porque cargar con los crímenes que cometen algunos fanaticos que profesan la misma religión que ellos.

De esta manera, a algunos medios y gobiernos pareciera que les duele Kenia pero les incomoda México, porque no sufren las ausencias, ellos miden las masacres por su costo y beneficio. No miran a la víctima, sino su relación con el victimario.

El mapa del dolor trazado por estas muertes no conoce de fronteras ni religiones. El asesinato de estudiantes duele en Ayotzinapa, en Kenia y en cualquier lugar donde haya personas con sangre en las venas y empatía en su corazón.

Cuarenta y tres

Desde Mendoza, Argentina, Stella Maris Paez se solidariza con la causa de #Ayotzinapa y hace saber su sentir a través de este poema.

Cuarenta y tres voces
preguntan ¿por qué?
Entre el susurro del pueblo.
Pasan los días.

Cuarenta y tres vidas
responden «no sé».
Buscando el recuerdo,
evitando el olvido.

Cuarenta y tres jóvenes
no saben por qué.
La indolencia de algunos
que ocultan el grito,
de un pueblo de pie.

Cuarenta y tres hijos
que ya no están aquí
en vivas presencias.
Solo en la voz del mundo
y de un pueblo en las calles
que piden se vayan,
los que callaron su voz .

Stella Maris Paez.

Sin rostro

Julio César Mondragón — Víctima del Estado

Julio César Mondragón — Víctima del Estado

Quisieron callar tu voz
creyeron que así lo ocultarían
atacaron como algo no humano
tuvieron miedo de ti.
Ilusos pensaron
que sin rostro no habría voz
y sin voz no habría oposición
ahora es un grito colectivo
No hay redención
La tortura violentó tu sonrisa
también despertó consciencia
se quebró el silencio
En el camino tus seres queridos
sin perdón, sin olvido
con el rostro en alto
sin paz, sin descanso
Quisieron borrar tu rostro
con un puñado de pesos
no se olvida un mensaje de muerte
¡Hoy el grito es más fuerte!

Instalación

Instalación de alumnos de la Normal Experimental en la Plaza de La Libre Expresión de Huajuapan de León, Oaxaca.

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Horror

De tarde y muy tarde
hablas.
Peor aun, dejas que hablen
por ti
un viernes,
un alguien
inepto,
cansado
del cuestionamento.

Y mientras, yo lloro
horrorizada
al oír el relato
despiadado.

Y pienso en Auschwitz.

No soporto la imagen,
la idea,
de las cenizas al río,
del fuego violento,
de la asfixia,
la desesperación,
y ellos muriendo.

Una mano se tapa la boca,
la otra se aferra al cabello,
como buscado un resquicio
de razón.

No te anestesies,
espectador,
aunque te muestren mil veces
el testimonio desgarrador.

Cada vez
es
un chico que
murió desesperado
sin entender.

Cada vez
es
un hombre sin alma
que mató a la orden
de un superior.

Cada vez,
un mando inexistente,
una patria de muerte,
la sinrazón.

Es todo:
El caos.
El silencio.
El cansancio.
Los padres.
Los hermanos.
Tú.
Yo.